Es curiosa la sensación que tengo de mi resistencia física y del cansancio corporal que las clases de ballet me producen en comparación con las clases aeróbicas en el gimnasio. Colocada desde una posición fija sujeta a una simple y estabilizadora barra de madera común, los ejercicios de piernas, acompañados por unos brazos coordinados y compensadores del peso que oscila desde una posición a otra del espacio circundante al eje central de mi cuerpo que juega a desplazarse entre la distancia equidistante entre el centro de mis dos piernas, se suceden con extraordinaria complejidad inadvertida por un cerebro que escucha una música armónica de lentitud considerable comparada con los ritmos latinos electrónicos del gimnasio. Entonces mi cuerpo le hace reaccionar ante el reto nada despreciable al que nos esta enfrentando la sucesión de ejercicios técnicos que nos exige la clase a mi cuerpo y a mi cerebro.
Un rato más tarde…
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nievessaenzm 